En este último tiempo se ha buscado desarrollar la actividad minera como una minería verde, en la que no se utilicen reactivos químicos en sus procesos y así minimizar el potencial impacto sobre el medio ambiente. El alto consumo de reactivos y la reutilización masiva de aguas genera una acumulación de iones en el agua de procesos, afectando de manera directa o indirecta el ecosistema, ya sea a través de sistemas fluviales (Wang et al. 2019) o directamente en ecosistemas de playas, lagunas y ambientes de aguas poco profundas (Ramirez – Llodra et al. 2015).
Por otro lado, debido al cambio climático y el déficit de lluvias en las regiones mineras de Chile, se ha intensificado la problemática de escasez de agua, por lo que el uso de agua de mar en el rubro minero se ha vuelto más intensivo. Actualmente existen plantas concentradoras que utilizan agua de mar sin desalinizar, no obstante, esa práctica trae aparejado algunos problemas asociados a su uso, especialmente en cuanto a rendimiento metalúrgico se refiere. Uno de estos problemas es el alto consumo de cal y la baja recuperación de molibdenita al utilizar agua de mar, debido a la precipitación de iones secundarios que aporta el uso excesivo de cal (Zanin et. al 2009; Castro 2012), siendo este valor alrededor de 10 veces mayor que cuando se utiliza agua dulce en el proceso. Una de las alternativas al uso de cal incluye la Soda Caustica, con la que se puede aumentar sustancialmente el pH en el proceso, pero resulta altamente corrosivo.
En vista a lo anterior, se han generado diversas investigaciones acerca de la flotación con agua de mar, a pH natural en ausencia de cal en el proceso. Dichas investigaciones han derivado a un innovador enfoque de la flotación convencional, apuntando a un nuevo concepto conocido como “Bio-flotación”, el cual consiste en el uso de microorganismos que permiten la depresión de pirita en el agua de mar a pH natural (Sharma y Hanumantaa 2001; Nagaoka y col. 1999; San Martín et. al 2018).
En el proceso de Bio-flotacion los microorganismos son capaces de modificar las propiedades superficiales de los minerales para su posterior concentración. Este proceso se desarrolla a través bacterias específicas, las que poseen características similares a la de los reactivos convencionales, pero tienen la ventaja de ser biodegradables.
Numerosos estudios realizados en esta materia han demostrado la factibilidad de usar bacterias Acidithiobacillus Ferroxidans para la depresión de pirita, tanto en agua de mar como en agua dulce, aumentando la recuperación de calcopirita y/o molibdenita en ausencia de cal. La aplicación industrial de la Bio-flotación, podría resolver una de las problemáticas actuales en el rubro de la minería, no solo en Chile, sino también a nivel mundial.