En un mundo globalizado cada vez es más común poder acceder a servicios o productos que se encuentran fuera de nuestro límite urbano, regional o nacional. Este fenómeno sucede también con la educación. Es a finales de los 90’ donde comienzan a desarrollarse las primeras escuelas de “educación a distancia” en países como Nueva Zelanda, Australia o Inglaterra, esto como respuesta a las dificultades que tenía la población rural para poder acceder a educación de manera presencial.
Ya en la década de los 2000 comienzan a emerger más instituciones alrededor del mundo que ofrecerían este servicio. Si bien, se tiene a confundir el término “educación a distancia” con “educación virtual”, éstos no son lo mismo, puesto que para impartir clases de manera virtual se debe contar con un sistema LMS (Learning Management System). En la actualidad, las aulas virtuales (LMS) se encuentran presentes en todo el mundo.
En Chile específicamente, para el año 2019 la modalidad de enseñanza online para la educación superior sólo alcanzaba el 4,41% del total de matriculados (www.mifuturo.cl, 2019). No fue sino hasta el año 2020 que, producto de la pandemia, las prácticas docentes se vieron impactadas directamente, generándose un “boom obligado” de la educación online.
Hodges (2020) señala que la educación online por lo general carga con un estigma de ser de baja calidad, sin embargo, ésta se ha desarrollado principalmente en universidades de alto prestigio, logrando grandes avances durante los últimos diez años. Además, este sistema e-learning cuenta con un diseño, planificación e instrucciones bien definidas, basando sus avances en vasta evidencia.
Ahora bien, durante la pandemia las clases dictadas no reunieron estas características, al menos no en sus inicios. Instituciones de educación superior dictaron cursos sin mucha preparación, capacitación o diseño. Ya para el año 2021 el sistema online funcionaba mejor, lo cual coincide con el tiempo que los autores sugieren para preparar un curso universitario online: de 6 a 9 meses (Baeza R. y Ocaña C.,2020)
Habiendo dicho esto, se presentan las principales ventajas y desventajas de la formación online como hoy en día la conocemos (Easy-LMS, 2021). El sistema e-learning se destaca positivamente por:
- Flexibilidad: permite elegir el ritmo de aprendizaje. Se puede elegir dónde y cuándo aprender.
- Menor costo: en general, acudir a clases presenciales implica un costo tanto de tiempo como monetario por el medio de transporte, mejorando la calidad de vida. Además, permite ahorrar en papel (los árboles lo agradecen) al no imprimir documentos.
- Mejor manejo del desempeño: se dice que no se puede medir lo que no se conoce. Gracias a los sistemas LMS es posible tener un mayor conocimiento de nuestro desempeño durante los cursos, permitiendo evaluar más rápidamente qué áreas requieren de mayor atención nuestra.
- Acceso al conocimiento personalizado: cada alumno rige el ritmo en cómo accede al conocimiento, de forma tal que esto permite que cada cual logre retener la información de acuerdo con sus capacidades o métodos.
- Mayor taza de actualización: todo lo que es online en general es más simple de actualizar. La información se tiene ahí mismo, al instante. Si hoy aparece un artículo es más que seguro que en una semana ya formará parte de la base de datos de la red.
Por otra parte, el sistema de formación online tiene sus contras, por ejemplo:
- Depende del tema: como es de pensar, el área del conocimiento relativa a la medicina, educación física o mecánica automotriz difícilmente se pueden aprender a cabalidad a través de un aula virtual. Es por esto por lo que existen ciertos contenidos donde resulta más oportuno aplicar e-learning mientras que para otros derechamente no se puede.
- Las trampas: se tiende a pensar que en cursos online es más fácil hackear el sistema. Algunos estudios han demostrado que sí (Lanier, 2006), mientras que otros han llegado al resultado contrario (Stuber-McEwen, 2009; Watson, 2010), por tanto, la evidencia científica no es concluyente respecto a este tema. Lo que sí se presume es que quien hace trampa la hará presencialmente o en su computador.
- La comunicación con el docente: el sistema e-learning en general reduce al mínimo el contacto con el docente. Para algunas personas o generaciones tales como los baby boomers (nacidos entre 1945 y 1965) es imperativo la presencia del profesor mientras que para los millenials (nacidos entre 1980 y 1995) que se adaptaron al internet en su niñez y adolescencia, realizar un curso online no les presenta ninguna dificultad.
- Autodisciplina: el rendir un curso online requiere tiempo, tiempo que se debe dar cada persona para poder aprender en clases de manera adecuada. Para esto se requiere disciplina y autocontrol, lo cual puede resultar muy difícil para muchas personas.
- Problemas de visión: en general, cuando se está mirando la pantalla del PC o del móvil durante mucho tiempo es común experimentar dolores de cabeza, ojos rojos o problemas para dormir. Se recomienda no estar expuesto de manera continua más allá de dos horas frente a una pantalla y disminuir el brillo de éstas de ser necesario.
En conclusión, la formación online forma parte de nuestro presente y lo seguirá haciendo, permitiendo a las personas estudiar carreras que en su región o país no se dictan y a trabajadores capacitarse adecuadamente, al poder adaptar el estudio a sus tiempos y no al revés.
¿Y tú, has tenido clases online? Si es así, ¿Cómo ha sido tu experiencia? ¿Qué prefieres, sistema presencial, online o mixto? Déjanos tu respuesta en los comentarios. ¡Con gusto la leeremos!
Empírica, diez años transformando el conocimiento en confianza.